Entrevista a Lidia Pozo, compositora en Los Ángeles

 

Lidia Pozo es una compositora de Algeciras con residencia en Los Ángeles, y un referente de la actitud que hay que tener para progresar en la industria del cine.

Como muchos músicos empezó su recorrido formativo en un conservatorio, el conservatorio profesional “Paco de Lucía”, con el instrumento de la flauta travesera. Al terminar el bachillerato hizo la prueba para estudiar el Grado Superior de Música, pero al no superar la prueba de flauta travesera optó por el de composición musical. Lo que de primeras le parecía un fracaso le abrió la puerta a una nueva vocación. Mientras, también estudió el Grado de Psicología y una vez se graduó, obtuvo una beca de AIE para estudiar el Máster de Composición de Música para el Cine, la Televisión y Videojuegos en Berklee College of Music, campus de Valencia. 

Hoy, como asistente de composición en Los Ángeles para el compositor Jeff Russo (conocido por ser ganador de un Emmy por Fargo), nos cuenta cómo cada paso, incluso los más inesperados, la acercaron a su sueño. Hablamos de fracasos, éxitos, las dudas que nos surgen como artistas, las comparaciones, la suerte, la formación, y qué consejos nos daríamos a nuestro “yo” más joven, entre otras muchas cosas.

Lidia Pozo, compositora de banda sonora para audiovisual

¿Qué te llevó a ser compositora para banda sonora de películas y audiovisual?

Cuando tenía 15 años empecé a colaborar en cortometrajes amateur y solidarios del Campo de Gibraltar. No sabía absolutamente nada de la tecnología ni de la música audiovisual. Cogí mi piano y grabé la música que salía directamente por un puerto USB del piano al ordenador, sin procesamiento, ni secuenciadores, ni librerías de sonido, ni nada, porque no lo conocía. Hice cortometrajes así durante 3 o 4 años, independientemente de la industria, como manera de colaborar con otras personas que hacían proyectos por su cuenta.

Cuando hice la doble prueba para el Conservatorio Superior, suspendí la prueba de flauta y aprobé la de composición. Eso para mí fue un golpe súper duro, ya que para mí, estudiar flauta siempre había sido mi “plan A”, pero finalmente, decidí tirar por la composición. Me gustaba, pero no sabía hasta qué punto me iba a poder llenar. Al año siguiente volví a intentar la prueba en la especialidad de flauta, y aunque aprobé, decidí finalmente matricularme en el Grado de Psicología, compatibilizándolo con mis estudios de composición. A mí mi psicóloga me ayudó mucho así que elegí ese grado porque sabía el impacto que puede tener en las personas, como una alternativa por si al final no me dedicaba a la música.

En tus estudios de composición, además de aprender la técnica, ¿qué aprendiste?

En el conservatorio de música donde yo estudié, “Manuel Castillo” de Sevilla, la disciplina se estudia desde una perspectiva mucho más clásica: te enseñan a componer música barroca, renacentista, clásica, romántica, post-romántica y por último contemporánea (Stockhausen, Ligeti, etc.) pero se trata muy poco la música audiovisual. 

Una vez he conocido Estados Unidos, me alegro mucho de haber estudiado de una manera tan rigurosa, porque no es habitual aquí (en Estados Unidos). La mayoría no tiene una formación reglada como en España. Creo que este tipo de formación te facilita mucho a la hora de crear música. Incluso estudiando en Berklee, sin el bagaje del Conservatorio Superior no creo que hoy estuviera donde estoy. Tuve unos profesores súper buenos.

Viéndolo en retrospectiva parece fácil, pero, ¿tuviste algún momento en que pensases dejar la música de manera profesional?

Cuando terminé el Conservatorio Superior hice la prueba para entrar en Berklee en el Máster de composición de música para cine, en Valencia. No estaba preparada y yo lo sabía, pero probé igualmente. Como no me admitieron pude dedicar tiempo a terminar el Grado de Psicología. En ese momento ya tenía en mente dejar de lado la música y tirar más por psicología. Era el año del COVID y psicología me parecía algo más seguro. Sin embargo, el fallecimiento de mi tío y mi abuelo por el COVID me impactó tanto que cambié mi manera de pensar sobre la vida. Me dio fuerza para hacer lo que quiero. La vida es corta y no se sabe qué va a pasar, y prefiero fracasar habiéndolo intentado, que no intentarlo siquiera.

Fotografía cedida por Lidia Pozo

¿Y cómo conseguiste llegar a trabajar en Estados Unidos? No es nada fácil.

Fue a raíz de unas prácticas de Berklee. Me presenté de nuevo a la prueba de Berklee y entré en 2022. Recomiendo muchísimo este máster. Aunque es caro, conseguí una beca de la propia universidad, Berklee, de la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes Españoles (AIE), y de Ángela Morgollón, una joven que fundó una beca para ayudar a jóvenes músicos españoles. Estos estudios me enseñaron muchísimo sobre la tecnología que hay detrás de la composición audiovisual. Además, me dio la oportunidad de hacer unas prácticas en Los Ángeles. Como no son obligatorias, mucha gente no lo valora o no se entera, pero para mí era una oportunidad de oro: “esta es la mía, que me voy a Estados Unidos”.

¿De verdad?

Sí, piensa que muchos estudiantes de Berklee son estadounidenses, así que a lo mejor a ellos unas prácticas allí no es tan atractivo como para gente de aquí

Pero, ¿tus compañeros también encontraron prácticas así fácilmente?

Yo soy muy proactiva buscando oportunidades. Incluso estando ya aquí en Los Ángeles con un trabajo fijo, sigo buscando cosas, conociendo gente… No todo el mundo es así, y cuando nos avisaron de las prácticas en el máster, la gente lo va dejando, se les pasa la fecha, y ya pues lo dejan.

Desde que nos avisaron, desde el minuto 1, me puse a buscar prácticas. Berklee tiene una plataforma (parecida a LinkedIn, pero interna) con oportunidades exclusivas para sus alumnos. La red de Berklee es brutal, lo cual es una de las razones por las que merece tanto la pena el programa.

Yo me metía al menos una vez al día. Así, un día encontré una oferta de prácticas en Los Ángeles, con un compositor (aunque apenas mencionaban nada, ni el nombre del compositor ni si eran remuneradas o no). Lo que sí ponía es que buscaban un becario para verano, pero yo no podía porque me graduaba en Julio y las prácticas empezaban en Mayo. Aun así, me presenté y me ofrecieron una entrevista.

En ella descubrí que el compositor era Jeff Russo (Fargo, The Umbrella Academy, Ripley, Star Trek) y -muy importante- que eran remuneradas, porque imagínate ir a Estados Unidos sin remuneración. Fue tan bien que me ofrecieron esperarme a que me graduase para incorporarme en otoño hasta final de año. Al final, por haber tenido más cara que espalda, funcionó.

Fotografía cedida por Lidia Pozo

¿Y qué tal fueron las prácticas?

En verdad, cuando eres becario no te dejan hacer demasiado, porque no tienes experiencia y porque se trabaja con material muy caro. Pero sí aprendí mucho. Por ejemplo, mi beca coincidió con la grabación de la banda sonora de la serie de Ripley, de Netflix.  Vi de primera mano cómo se monta el estudio para las grabaciones con orquesta, cómo instalar los micrófonos y las conexiones de cables con el “booth” y la sala de mezclas, etc. También hice libros de partituras, recopilándolas y editándolas, de antiguos proyectos, como “Umbrella Academy: Season 3”, “Fargo: Season 5”, “Star Trek: Discovery”, entre otros. 

Las prácticas duraban unos meses. ¿Cómo lograste quedarte?

Mientras estaba de prácticas seguía buscando oportunidades. Desde Septiembre comencé a trabajar en la tramitación de un visado, sin tener una oferta de empleo. En el caso de no poder quedarme en el estudio de Jeff Russo, mi idea era buscar otro trabajo. Por suerte Jeff me ofreció un puesto en su estudio como “Asistente de Composición” tras finalizar el periodo de prácticas y en cuanto me concedieron la visa en Febrero me puse a trabajar.

Si miras hacia atrás, todo parece muy planeado y sencillo, pero nuestra experiencia como artistas nos dice que no es así. ¿Cómo es que a ti te ha funcionado?

Yo sé que he tenido mucha suerte y que se han “alienado los astros” para que hoy esté aquí: empezando porque las prácticas ni siquiera estaban ofertadas para los meses en los que yo podía, o que me pudieran contratar después en el estudio, o que pudiera tramitar mi visa tan rápido con el abogado.

Además, para esto último, no todos los abogados aceptan tu caso, solo si ven que está casi asegurado. En mi caso, estando de prácticas seguía siendo estudiante, y no tenía una oferta de empleo, por lo que tras 7 u 8 abogados que no aceptaron mi caso encontré aquel que sí aceptó. Y por último, que me dieran el visado, que no deja de ser un proceso de selección por lo que no todo el mundo lo consigue. Cuando lo cuento aún no me creo que haya salido bien.

El contexto artístico es competitivo, ¿cómo convives con ello?

Tengo suerte de que mi círculo cercano, especialmente el equipo de Jeff, son personas buenas, humildes y dispuestas a ayudarte.

Para mí no es tan impactante la competitividad entre la gente sino lo fácil que es desvalorizarse uno mismo. Se nota en cómo se mueve la industria y lo grande que es: sientes que tienes que ir a todos los eventos, conocer a gente, ves los proyectos tan grandes e importantes que está haciendo la gente y lo que están consiguiendo, y te comparas. Es muy fácil perder el norte.

Por ejemplo, si yo me pongo el objetivo de “ponerle música a un cortometraje en España” y lo consigo, al conocer a más gente y ver sus proyectos y ambiciones y logros, los míos dejan de tener para mí la importancia que tenían, como si fuera algo pequeño. Sí, es comparación, pero es difícil separar tus propios objetivos de aquellos de los demás. Es complicado no compararte si quieres progresar y para ello tienes que conocer a más gente.

¿Crees que hay alguna diferencia en este aspecto con el contexto español?

En España sucede lo mismo, solo que hay menos gente. Aquí tengo a mucha gente por encima de mí. En España, haciendo el mismo trabajo, en teoría tendría menos gente por encima. Ello hace que en España progreses un poco más rápido para llegar a puestos de más responsabilidad, aunque el mercado también es más pequeño.

¿Cómo es el día a día para ti?  ¿Cómo es el estudio y qué tareas realizas?

Entro a trabajar sobre las 10, aunque la hora varía en función de la cantidad de trabajo que tengamos.

El compositor, Jeff Russo, es el jefe. Tiene 4 asistentes de composición que trabajan de forma presencial en el estudio, y yo soy uno de ellos. Dependiendo del presupuesto de cada producción tiraremos de librerías de sonido o grabaremos instrumentos reales. Si grabamos con instrumentos reales (que suele ser lo común), hay un asistente especializado en los aspectos técnicos que se encarga de montarlo todo y de llevar a cabo la grabación. 

Los otros dos asistentes y yo somos asistentes de composición. Algunas de nuestras tareas son: construir instrumentos virtuales para que el compositor los pueda utilizar en distintas escenas, ir a las reuniones de “spotting” (que son aquellas en las que los directores nos indican en qué momentos de la secuencias quieren música y de qué tipo), solucionar problemas técnicos, hacer copias de seguridad, gestionar librerías de música, creación de “mockups” (maquetas), etc. Aunque el objetivo final de todo asistente de composición es llegar a hacer algo de música adicional, nunca se sabe cuándo te va a llegar esa oportunidad.

También trabajamos con un ingeniero de sonido y una editora de música. No sé si este perfil -editor de música- existe en España, pero básicamente consiste en crear música nueva a partir de las distintas pistas de audio (stems) que tiene la música original, y que se aplicará a otras escenas o episodios. 

¿Cómo ves tú que percibe tu sector la IA y qué opinas?

Creo que en un futuro -relativamente cercano- todo el tema de las librerías de música de sincronización (sync) para series de televisión va a ser sustituido por inteligencia artificial. Yo espero que se haga algo para proteger la figura del compositor, porque pienso que en unos años va a haber muchísimos compositores que se queden sin trabajo. Me da un poco de miedo porque veo que avanza súper rápido y creo que tiene la capacidad de quitarnos el trabajo, me da pena también. Pero no sabría cómo evitar eso.

Como compositora, ¿haces una separación entre arte y trabajo? ¿Cómo te lo planteas?

En el trabajo no he empezado a trabajar en cosas “creativas” hasta hace relativamente poco. En mi cabeza no había un vínculo entre trabajo y creatividad, había un vínculo entre trabajo y potencialmente creatividad en un futuro.

Aparte de tener mi trabajo sigo teniendo proyectos personales en los que sí pongo mi creatividad y que considero míos. El trabajo, a pesar de que me encanta, sigue siendo un trabajo, no lo considero un proyecto mío. Al menos por ahora. 

¿Qué proyectos personales estás desarrollando de manera creativa?

Mi objetivo es encontrar proyectos audiovisuales a los que poner música, aunque sean pequeños.

Sería genial que fueran remunerados, aunque la mayoría que encuentro en España son sin remunerar. Ahora mismo no me importa tanto porque tengo un trabajo fijo que me da para vivir, entonces me puedo permitir el lujo de coger estos proyectos. Me siento afortunada, pero si quisiera encontrar proyectos en España sin tener un trabajo fijo, sería imposible. La realidad en Estados Unidos es un poco diferente, porque todos los proyectos aquí son remunerados, pero hay muchísima gente, así que es imposible encontrar uno. 

Sobre proyectos actuales, estuve hablando recientemente con una estudiante de la Escac, Elena Papakonstantinou, que está produciendo un cortometraje que rodarán pronto. Me puse en contacto con ella por Instagram y hablamos de colaborar.

¿Qué consejos le darías a alguien que se quiere dedicar a la composición?

Lo primero sería formarte, sí o sí. La educación es imprescindible. En España tenemos una educación increíble, sobre todo en la música. Los conservatorios españoles por lo general ofrecen muy buena educación. Yo agradezco mucho haber estudiado en un conservatorio español. Al menos esa ha sido mi experiencia.

Mi segundo consejo sería – aunque es un poco decepcionante –, haz contactos. La realidad en el mundo de la composición es que necesitas una red de contactos. A cuanta más gente conozcas, mejor. Conozco muchísima gente que han llegado muy lejos no porque sean muy buenos sino porque conocían a las personas correctas. Eso es muy importante y un poco triste, porque no es lo típico de que “si trabajas duro lo vas a conseguir”. Es “si trabajas duro, y conoces a la gente que tienes que conocer, lo vas a conseguir”. Es un poco desmoralizante, pero bajo mi experiencia es lo que veo, que tienes que conocer a mucha gente.

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Otro consejo es; si una puerta se cierra y parece que no va a llegar a ningún lado, no tires la toalla: seguramente hay otra puerta que se ha abierto aunque no la veas ahora. Es un poco lo que me pasó con la prueba de flauta. Yo vi que se me cerraba totalmente la puerta de poder estudiar flauta, y no me estaba dando cuenta de que la de la composición se me estaba abriendo. Gracias a eso estoy ahora aquí, cumpliendo mi sueño. Entonces, no importa cuántas puertas se te cierren, porque seguro que hay muchas otras que se te abren y te dan oportunidades. Te van a ofrecer cosas que a lo mejor ni te planteabas.

Puedes seguir a Lidia en:

Página web: https://lidiapozomusic.com/english

IMDb: https://www.imdb.com/name/nm7028290/

Instagram: @Lidiapozoprz y @Lidiapozomusic




 

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